miércoles, 29 de diciembre de 2010

IMAGINANTES LOGOS. Parte 2

EL BLOG DE CRIXIS SNAKE
IMAGINANTES LOGOS
Parte 2

Sensualidad desbordada.

Supongamos lo siguiente, visualícenlo en su mente y posteriormente imagine …

Un hombre y una mujer que no se conocen y que viven en distintas ciudades conectan, cada una por su lado, con una línea telefónica donde varias personas charlan libre y descaradamente.

El hombre y la mujer se gustan por su voz, por la actitud, y deciden pasarse a una línea privada en donde escuchamos lo que hay detrás del pudor de estos dos desconocidos.



Y en el transcurso de una sola conversación, él y ella fantasean sin traba alguna, intercambian pasados éxitos, modifican el nombre de las “cosas privadas”, se hacen pasar vergüenza, se hechizan y se despliegan.

Pasando de esta manera a reinventar el SEXO…

Y un ejemplo de esto es una fantasía que al espectador dejara muy picado …

Niños abstenganse de leerlo ...

RE. iniciamos
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Un relato muy ... intimo ...

Trataba de pintar mi casa de otro color, por que el anterior era muy soso y feo. Trate de utilizar el rodillo pero, al pensarlo mucho, mejor contrato a un grupo de pintores pagando lo que sea con tal de que la pared no se descarapéle muy rápido.



Y se aparecen tres pintores, y resulta que de buenas a primeras, en la pared, hay un boquetote enorme a cuatro palmos del suelo, lo suficientemente grande como para meter el cuerpo. Quedarme con las piernas en el vestíbulo y el tronco y la cabeza en el cuarto de estar. Hubo que pulir el boquete y que forrarle los bordes con piel de cordero. Yo, sin NADA ENCIMA, apoyándome con las manos en dos botes llenos de pintura, pero de pintura calientita, y eso si que era raro. Había un pintor trabajando en el cuarto de estar y otros dos en el vestíbulo, por donde me asomaba la parte inferior del cuerpo. En el pintor que tenía a la vista, notaba la expresión de habrese fijado en mí. Estaba de espaldas pintando una pared. Los del vestíbulo utilizaban rodillos, pero de los pequeños, de los que se usan para retocar detalles, que no miden mas alla de cuatro dedos, unos rodillitas bonísimos, que pasan por todas partes. No se como, pero de pronto me di cuenta de que uno de los pintores se estaba equivocando de color, que estaba pintando el vestíbulo con el color que había elegido para el cuarto de estar, Opulencia Opalina… O sea que se había equivocado al coger la lata del camión. Que desastre de hombre. El otro era mas concienzudo: estaba aplicando un esplendoroso Farolillo de Papel con su rodillo de retoque. Por cierto, que los nombres de los colores son del catálogo de las pinturas Sherwing Williams, no me los he inventado yo. Total, que doy una voz – Señores, por favor, ¡No vayan a equivocare de colores¡ ¡Hay mucha confusión en potencia¡ - Pero ellos estaban charlando y no me oyeron.



Yo si que oia los rodillitos, tan pegajosos ellos, recorriendo la pared, sshp, sshp, sshp, mientras los pintores sostenían una conversación la mar de trivial, hablando de una chica que habían visto ese fin de semana, en el lago, a bordo de una moto, vestida de miedo, pero sin nada debajo, de modo que las tetas se le salían por los lados del peto, y a continuación hicieron referencia a cuando uno de ellos se había ^chupado el coño^ a una señora cuya casa estaba pintando y ella luego se la meneo a él encima de una soler de pizarra toda resquebrajada, porque tenía la paranoia de que no fuera a estropeársele el acabado de la taracea de pino que tenía puesta en el suelo y que era muy antigua. En aquel momento di con otra voz, con toda amabilidad posible: “Eh muchachos, por favor, no vayan ustedes a equivocar los colores" -. Pero esa vez, en lugar de contestarme, uno de los pintores agarro un rodillito, lo mojo bien cargado del farolito de papel semibrillante y me lo planto en el lado derecho, bueno, ya me entiendes … en el cachete derecho del culo y enseguida note que me trazaba una recta linea de pintura por la pierna hasta abajo, tan opulinamente por la pantorrilla hasta llegar al talon de Aquiles, para luego llegar al suelo. Igualito a las costuras que llevaban las medias antes de la guerra, pero en mas ancho. Luego volvió a meter el rodillito en la bandeja, para recargarlo y la emprendio con mi otro cachete, otra vez hasta abajo y vuelta a subir muy decidido. El tio al principio apretó un poco, de modo que apenas y note el roce como de algodón, de pronto en lo mas alto del muslo y el rodillita que empezaba a bajar muy poquito a poco. Pero luego fue aumentando la presión y la pintura se escurria en el rodillo, corriendo por delante de este, por mi primer pierna abajo, sorprendentemente caida. Los botes de pintura habian estado en la parte trasera del camion, aparcado a pleno sol. Fue de lo mas agradable, la sensación del rodillo en las curvas. Me di cuenta que me arqueaba ligeramente hacia arriba como los gatos cuando los acarician. Entretanto, el otro pintor, el que se encontraba en la habitación donde tenia la cabeza y el tronco, seguía tan campante con su trabajo, dándome la espalda, de modo que la tarea, por lo menos continuaba en marcha. Yo esperaba ahora, que los dos del vestíbulo se pusieran de nuevo al trabajo, sin mas dilaciones. Lo que paso en cambio, fue que note un par de manos en cada pierna, que me alzaban por un segundo y que me colocaban sendos botes de pintura bajo los pies. La postura resultante no era especialmente cómoda. Los bordes de los botes me hacían un poco de daño a los pies, y tenia las piernas mas separadas de lo normal, además, la espalda estaba muy apretada contra el revestimiento de piel de cordero que habia puesto al boquete. Pero tampoco resultaba intolerable. Y entonces sentí un roce de rodillos en la cara interna de los muslos y compredi que el primer rodillito me estaba empezando a trazar una franja de farolitos de papel, a partir justamente del nacimiento del pelo púbico, pasándolo muy despacito por encima del clítoris y todo lo demás como una especie de apisonadora, y vuelta a subir. Y, al mismo tempo, el otro pintor acababa de equivocarse de pintura al cargar el rodillo, poniendo Opulencia Opalina, y, ladeado el rodillo, me estaban pintando una franja horizontal en el culo, la primera pasada sin apretar y la segunda apretando, y luego por en medio, y yo que chillaba: -¡Que no¡, ¡Que no¡, ¡Que le digo que esa no es la pintura correcta¡. Pero el tipo que no me pela y me pasa el rodillo por la zona que tu llamarías “el agujero del Tocotoc”, sin dar muestras de estar oyendome. Pintura no tóxica, claro está. Luego le oi dejar el rodillo y note que me plantaba las manos muy en lo alto del culete, con las puntas de los dedos presionándome las caderas, y en seguida hizo una cosa tan sorprendente. Senti que todo su peso me gravitaba en las caderas, donde tenía él las manos, y en el centro de la espalda, y supuse que estaba sosteniendome en equilibrio como un gimnasta, solo con las manos, con las rodillas dobladas y las piernas separadas. A continuación, apenas un segundo mas tarde, note la presión ardiente de un objeto chato en el agujero del culo, tan ocurrentemente opalino como lo tenía, y enseguida un empuje como de irse abriendo camino. Se me escapo un –¡uyuyuy¡- y fue entonces cuando el pintor del cuarto A volviendose sorprendido, se fijo en mi por primera vez. Yo seguía con cada mano en un bote de pintura. Y al otro lado en el vestíbulo tambien, mientras uno de los pintores, el gimnasta, se me clavaba en el culo, sin molestarse en pedir perdón, el otro, el mas concienzudo, el que siempre habia utilizado la pintura correcta, me separo … me separó los labios del verdadero “yo” con los pulgares, y note como se iba deslizando dentro. Exclamé: -¡Fuuuú¡ - y al pintor del cuarto de estar se le pusieron los ojos como de platos. El tipo se me quedo mirando con cara de -¿Pero que video de gimnasia practica la señora esta?-, me figuro que yo en ese momento, tenía el labio de arriba fruncido de placer, de hecho, tenía la expresión como de estar abriendo con los dientes un paquete de condones, con tira larga, pero sin paquete de condones. El pintor de mi lado cargo el rodillo de pintura de un gris batante cálido, pero bastante cálido, y a continuación se tendió en el suelo debajo de mi, aunque en sentido contrario, con la cabeza contra el rodapiés, de modo que la cara y las gafas manchadas de pintura, me quedaban al fondo del campo de visión, entre teta y teta. Lo siguiente que hizo fue situarme el rodillo encima de un pezon y luego pasarlo de pecho en pecho en forma horizontal, hasta colocarse en la puntita opuesta, todo iba mientras se valia del pie para poner en posición otro bote de pintura. Sin separar la espalda del suelo levanto las caderas en el aire con las botas centradas en el bote de pintura, igualito que los elefantes del circo con ese taburetito que les ponen, ¿te imaginas?, y a continuación se saco la verga. En ese mismo momento el pintaculos del vestíbulo me retiro las manos de la espalda, cargandome todo el peso del cuerpo con la verga y los musculos del muslo, en pleno culo, mientras el que estaba en pie, se salia de mi casi por completo y de inmediato me la volvia a meter hasta el fondo, tanto que notaba con mi cuerpo la tension de los musculos, y abria la boca para decir -¡oh¡- y es lo que sin duda alguna habría dicho, si todo esto que te estoy contando hubiera ocurrido de verdad en el vestíbulo de la casa, pero por supuesto, en cuanto abria la boca, se me metia el “arma” del señor que tenia debajo y solo pude decir - ¡Mmmhh¡ - Y a continuación se corrian dentro, uno detrás de otro, primero el de la boca (cosa rara), luego el del coño y luego el del culo …

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VOX de  Baker,Nicholson. Es una novela erotica con tintes de realidad y matices de erotismo muy bien estructurados.

El autor a travez de una picara charla nos desglosa el sexo de una manera que nunca se pudo imaginar uno y prueba de ello, es que estuviste leyendo el relato hasta el final como si esto hubiera pasado en realidad dejando volar tu cochambrosa imaginación ...

SAYONARA

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